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Taller de copa menstrual en las cárceles de mujeres de Santa Martha Acatitla y Tepepan en la CDMX (p

  • Sarya Luna
  • 22 nov 2017
  • 8 Min. de lectura

En noviembre del 2016 recibí la invitación de ir a dar un taller de copa menstrual a la cárcel femenil de Santa Martha Acatitla por parte de mi compañera Carmen Trujillo y del Colectivo de Mujeres por la Equidad, la Salud y la Educación A.C. (COMUESE). El taller formaría parte de la Feria de Salud alternativa, en el marco de los 16 días de activismo en contra de la violencia hacia las mujeres. En la feria se darían sesiones de masaje, auriculoterapia, acupuntura, flores de bach y derechos de la mujer y población LGTB.


Fue una invitación que no pude rechazar por dos razones. La primera fue que le había estado yo dando vueltas a la idea de regresar a trabajar en cárcel con un proyecto con el que me sintiera plenamente identificada. Mi experiencia de trabajo en el proyecto de impacto social de la compañía de teatro penitenciario en Santa Martha varonil me dejó con ganas de volver a trabajar con población interna y me quedó la necesidad de seguir contribuyendo a la reinserción social. Tenía ganas de trabajar con mujeres y como si el universo me escuchara me llegó esta invitación.


La segunda razón para aceptar fue que desde hace 3 años soy una enamorada de la copa menstrual y una entusiasta promotora del uso de ella con las mujeres que conozco. Así que desde el primer momento me encantó la idea y el pretexto para compartir experiencias con las mujeres internas.


Hasta antes de la invitación de COMUESE A.C. no me había preguntado cómo sería vivir la menstruación estando privada de la libertad y cuáles son las alternativas que se tienen en las cárceles o qué tan difícil es el acceso a productos para la menstruación. Tampoco me había preguntado qué complicidad o antagonismo puede surgir entre mujeres estando internas, en el hacinamiento en un dormitorio y con malas condiciones de higiene. No pensé mucho más, creo que eran más los nervios por esta nueva experiencia y por las posibles reacciones que podrían tener las mujeres ante el tema o las autoridades de la cárcel.


Así estaba mi cabeza y mi corazón dándole vueltas a los escenarios posibles, cuando unos días antes del tan esperado día de la feria se nos informó que no se había hecho con tiempo mi memorandum de ingreso y se canceló mi participación. Fue un golpe desmotivador pero insistimos y afortunadamente logramos que nos aprobaran dar un taller en Turquesa (Santa Martha) y otro en Tepepan el 5 y 7 de diciembre. Ahora el reto era doble y los factores se volvían menos predecibles. Lo que me quedó fue confiar en mí misma, en la capacitación de Ileana, en mi entusiasmo contagioso y en que hay un hilo rojo que nos une a todas a pesar de nuestra coraza.


Llegó el 5 de diciembre. Me acompañaron Carmen y Magda de COMUESE, quienes llevan años como pioneras en los temas de salud de la mujer y también trabajando en la cárcel. También iba Arely como parte del sistema penitenciario quien también es una promotora entusiasta de intermediar a favor de llevar opciones a las internas. Iba muy bien acompañada y eso también facilitó el pasó por los 3 cordones de seguridad en el ingreso. No hubo ni un reparo en las copas menstruales que metí, ni en las toallas de tela y no quisieron ni ver el modelo anatómico. Bastó decir que era un taller sobre alternativas de menstruación para que no hubiera preguntas.


Empezamos a caminar por los pasillos enredados de Santa Martha y encontrábamos al paso varias mujeres de distintas edades, complexiones, algunas muy masculinizadas y otras sumamente arregladas. Llamaban la atención las mujeres mayores de 50 años y algunas que se ven de una clase social media o alta. Encontramos pocos custodios en el camino. Algunas mujeres saludaban a mis acompañantes y se nos unió una interna que desde antes de entrar a la cárcel ya había tomado capacitaciones con COMUESE. Contó una experiencia adversa que había vivido recientemente con otras internas y que le hizo darle la razón a su hermano de que “allí no encontraría amigas”. Me heló la sangre y sentí como un rayo esa afirmación y me re confirmó dónde estábamos.

Ya había estado en Turquesa dos ocasiones y me había dado un sentimiento triste desde la sororidad, supongo porque me identificaba con ellas por ser mujeres y porque sus condiciones son marginales y de abandono. Son casi 1500 internas y aproximadamente el 85 o 90% están en edad reproductiva ¡muchos cuerpos menstruantes! Muchas de ellas están sin sentencia (vestidas de beige), la mayoría son jóvenes, varias llegaron porque su pareja estuvo involucrado en algún delito y muchas no reciben visita a diferencia de la penitenciaria varonil que cada día de visita hay fila de mujeres y niñ@s.


También algo que me había calado el corazón son l@s niñ@s que ahí viven con sus mamás hasta los 5 años 11 meses. L@s niñ@s pueden estar con sus mamás solo si nacieron en la cárcel, ya sea porque la madre llegó embarazada o se embarazó estando ahí. El tema de l@s niñ@s internos es complejo, no se puede ser tajante al respeto pero sin duda no es el ambiente propicio para que crezca un@ niñ@ en los años más importantes de su desarrollo. Pero una vez, al ver cómo una madre miraba a su hijita como si nada más existiera, entendí la esperanza y refugio que puede significar su compañía.



Llegamos al área de Educación Continua a un salón que solo recordaba que estábamos en la cárcel porque la ventana daba al característico muro de Turquesa con sus orificios circulares y sus rejas. Poco a poco fueron llegando las 7 mujeres que nos acompañaron. Ellas había recibido la capacitación que dio COMUESE sobre sororidad, resiliencia, condón femenino, papiloma humano, flores de bach y otras terapias. Por lo mismo eran mujeres sensibilizadas en temas de salud femenina y en trabajar en colectivo. Tres de ellas ya no tienen su menstruación pero aún así se quedaron y dijeron que era importante porque son madre, tías o abuelas de niñas y jóvenes.


Una de ellas era la más curiosa y también más dispuesta a compartir su testimonio. Ya no menstruaba, siempre padeció sus periodos y tuvo amenorrea por trastornos de alimentación. Aún así no tenía una posición desfavorable ante la menstruación.

Se les hizo raro el nombre del taller “Copa menstrual alternativa de higiene femenina”, todas preguntaron qué era eso. Me arranqué con el tema de lo poco que estamos acostumbradas a autoexplorarnos, las significaciones que tiene la menstruación, de cómo culturalmente está estigmatizada y planteé la pregunta de si realmente es sucia cómo se dice comúnmente o son los productos que usamos y qué pasaría si no fuera un tema silenciado entre las mismas mujeres. Inmediatamente el grupo le entró a la reflexión. Para tener más elementos explicamos físicamente qué era la menstruación. Una pregunta que impactó fue ¿por qué si nuestro endomentrio estaba listo para recibir un óvulo fecundado al salir de nosotras ya era algo sucio? les gustó la idea del endometrio rico en nutrientes y que es un abono ideal para las plantas.


Mientras más íbamos conversando más se sentía un espíritu de empoderamiento y de confianza de hablar del tema. Cuando les explique cómo funciona la copa les pareció muy lógico su funcionamiento. Ayudó muchísimo tener a “Pancha” un modelo anatómico femenino que muestra la entrada de la vulva, los labios, la vagina, el cervix y el útero. Les interesó muchísimo conocerse por dentro. Algunas de las dudas que plantearon fueron: ¿la copa cabe adentro? ¿cómo la metes?, ¿no se siente? , ¿no estorba para orinar?, ¿es malo tener relaciones sexuales durante la menstruación? ¿cómo limipas la copa? ¿la sangre menstrual se puede usar como mascarilla? Terminamos hablando de sexualidad, del autoconocimiento, riéndonos y disfrutando el momento.


Un momento muy entrañable fue cuando les compartí fragmentos del libro Danzar con la luna de DeAnna L´am. Les leí el capítulo de “¿por qué es poderosa la menstruación?” que habla sobre el valor sagrado de la menstruación que tiene para muchas culturas indígenas y cómo se ha considerado que es el tiempo cuando las mujeres tienen acceso a lo Divino. También leímos el capítulo de “tu cuerpo es sagrado” y les gustó saber que en hindi a la vulva se le llama “Yoni” y significa espacio sagrado y al pene Lingam “vara de luz”, les agradó pensar que el cuerpo es un templo y la sexualidad algo sagrado, que la vulva sea el reciento sagrado de la feminidad y que tenemos derecho a decidir que nuestro cuerpo sea privado, que tenemos el poder de decir “no” en cualquier momento, de compartir nuestro cuerpo y nuestro Yoni hasta que estemos preparadas emocionalmente y que lo podemos hacer si coincidimos en intenciones sagradas o no.

Fue lindo ver cómo les hizo mucho sentido la lectura y les motivó para hablar con sus mujeres cercanas más jóvenes. Es sorprendente como al hablar de la copa menstrual se abren tantas puertas para hablar de tantos temas que nos interesan como mujeres y que todos promueven el amor propio y el cuidado.


Compartimos muchos testimonios y fueron contando cómo viven su menstruación estando internas. Lo más impresionante para mí fue, cuando hablamos de las toallas de tela, que dijeran que aunque les convence no la usarían adentro, porque sería motivo de bullying con sus compañeras de celda porque se burlarían y les dirían “cochinas” por re usar una toalla o la molestarían diciendo que no tiene dinero para comprar limpias. Contaron que es común que en los dormitorios se estén vigilando si envuelven bien su toalla cuando la echan al bote de basura y que no se vean los papeles con manchas de sangre porque si no se reportan con las autoridades para que sancionen por falta de higiene. Me noqueó la idea de que la menstruación se vuelva una pretexto de vigilancia, castigo y humillación. Se vive como algo desagradable y sucio que afecta no sólo a la mujer menstruante. Me dolió que me relataran esa falta de sororidad y también me puso los pies en la tierra.


Abrimos la reflexión de si era imposible entonces ir contra corriente a las ideas de la menstruación como algo sucio y empezar a usar alternativas menstruales. Algunas dijeron categóricamente que no se aventaban a arriesgarse con las de su estancia ese cambio de ideas, otras dijeron que “les valía” y que no iban a dejar de hacer lo que creían por la opinión de otras y las que se “chingaban” son ellas por no cambiar sus ideas.

Sin embargo por el momento es difícil para las internas tener el dinero para comprar una copa menstrual a precio de mercado e igual las toallas de tela. También para el proyecto La Lunita en Mí no es posible subsidiar aún estos productos. Les comenté que no me gustaba simplemente informar si no también unirme para buscar una forma en la que ellas pudieran tener acceso siempre y cuando se involucraran activamente. Expliqué que esta sesión era un diagnóstico y taller piloto, pero que si ellas estaban interesadas y convocaban a más mujeres podíamos desarrollar un proyecto en el que incluso se incluya una parte laboral para que dentro de la cárcel, en el taller de costura, se elaboren toallas para su uso y como trabajo remunerado. También dije que si juntábamos varias mujeres podíamos hacer una campaña para donación y subsidio de la copa. Les motivó la idea y quedamos de que juntarían a varias mujeres para otro taller informativo y ver cuántas se comprometían. Por su parte Arely del sistema penitenciario también se mostró muy interesada en llevar este planteamiento a las autoridades del área de trabajo de la subsecretaría y las mismas autoridades de la cárcel.

Por último nos compartieron su testimonio escrito de cómo han vivido la relación con su menstruación y estando internas. Abajo pongo la foto de su testimonio.


CONTINUARÁ…


Esta entrega tiene una segunda con el relato del taller de copa menstrual en la cárcel de Tepepan y nuestra propuesta de hacia dónde dirigir esta inciativa.

Espera pronto nuestra convocatoria para sumarte a esta iniciativa. Tocaremos puertas con organizaciones que trabajan a favor de los derechos de las mujeres, de la salud y de la población interna así como de empresas que producen y distribuyen los productos alternativos de menstruación.


Cualquier duda, idea o propuesta escribe a:

jardineser@gmail.com

Testimonios de mujeres internas en Santa Martha Acatitla:





 
 
 

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Acerca de este proyecto

Jardineser promueve la salud menstrual, la ginecología natural, el ecofeminismo  y la educación sexual con perspectiva de equidad de género. Damos asesorías, talleres y ofrecemos productos alternativos menstruales.

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